martes, 20 de noviembre de 2012

Mi propio paraíso es estar en la cumbre de mi montaña favorita. Su nombre es Eggli.
Cada vez que cierro los ojos, la tengo aquí delante, con sus bonitos árboles vestidos de blanco para casarse con el invierno.
Su restaurante, construido con madera, al estilo viejo, de color marrón oscuro. Allí se vende la mejor "Rösti".
Y yo, con los esquíes, patinando por la nueva nieve de aspecto blanco como una perla. Las pistas, tan perfectas, que te dan ganas de llevártelas a casa.

Sin duda. Ese sería el mejor regalo que me podrían hacer jamás.¡Eso es lo mejor de lo mejor!

Yelena Reinchenbach

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