domingo, 25 de noviembre de 2012

Cerraría los ojos y me fundiría en el ambiente. El sonido de la cantidad incontable de cantos de aves. El olor de la naturaleza me llevaría directamente a mi paraíso.


Mi paraíso se sitúa, sin duda, en el interior de una selva. Habría un pequeño lago acompañado por una cascada de agua limpia. Estaría todo el suelo cubierto de verde como si de una manta se tratase: Altos árboles emergerían del suelo, alzando sus copas hacia el amplio cielo azul. El sol daría un color azul, brillante y cristalino al pequeño lago. Diminutas gotitas de agua de la cascada caerían sobre mi rostro. Ángela Sánchez Torregrosa
 

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